Tres poemas

Silvia Renée Mellado

Universidad Nacional del Comahue - Neuquén

Piba de Zapala


De chica era una guacha,

machona, según las viejas.

Con su cara negra, regordeta y con pecas

era la que más rápido corría,

a la que no le importaba

que se le movieran los pechos

y nunca le daba vergüenza vociferarles

los cuernos de vuestros padres

a ninguno en la cara.

Su boca era la cloaca más temida del barrio

porque era un loudspeaker

de los chismes y calumnias.


El tiempo pasó por ella

como una máquina

de aplanar tierra.

La vi mucho tiempo después

flaca y con los ojos sin chiste

cargando un bebé desnutrido

al que le ponía los soquetes tan chiquitos

que le estrangulaba las piernas.


(Acetato, 2009)






me asomé

desde el pasillo

esa zona intermedia

un puente suspendido

el canal de panamá era

ese pequeño rectángulo desde el que salían las puertas

y se desprendían los ambientes

de la casa pequeña

igual

en los planes provinciales (las 90, las 80, las 70)

como cartas nos cantaban la cantidad de casas

de los últimos barrios

y de ese modo nos nombraban últimos inquilinos a los

[que nos dieron morada


llegué al borde de ese límite y la vi

estaba rodeada de valijas y bolsos que había abierto

[trajinándolos

la ropa brillante corpiños con encajes

y de tacos puntiagudos

las sandalias eran cadáveres

bonitos escamas de peces

bajo el agua

brillaban esa ropa y esos zapatos


y yo que de niña la había mirado

desmadrada

hermosa

las muchachas así

para mí

no nacían de nadie

la forma en la que le volaba el pelo

que mi vieja le había desliendrado

la manera en que posaba los brazos sobre la baranda

[del balcón


casi traspasando la linde del pasillo

se me vinieron todos los gestos de la Carmen

y tuve que hilarla entre las sentencias

que la ligaban con la punta de los tacos

y los vestidos luminosos

con una vieja con las cuerdas con las camas

y el ruido de una alcancía tintinaba

cuando la lengua vieja de la mujer decía

qué linda ropa calzado tan hermosos

pero todo chiquito la hija delgadita siempre

no le dejaba nada


retrocedí

sobre mis tres pasos

decidí no cruzar el límite

y me fui a imaginar

en cómo había sido la vida de la carmen después de

[los despiojes

carmen desterrada incomprendida vendida

y condoliente midiéndome la suerte que ya tenía

[como designio en la frente


(Pantano seco, 2014)






I

a menudo hablamos del tiempo

caminás lento lo que se tarda desde este punto hasta la parra desvencijada


para muchos

valen oro

esas cantidades de minutos lo valían antes también eran horas

corpulentas de trabajo


y ahora

que las contamos como los días que restan nadie sabe exactamente su cuantía

lo mismo que con las uvas secas sin promesas de esplendor



II


como un carozo duro

es difícil sacarte la lengua

porque hay lengua detrás de la costra dura de los años


¿envejecer forma parte de ir martillando una coraza invisible

disimulada

por la vulnerabilidad?



III


tu gesto es el de no decir

no largar


el castigo

             de no poder reconstruir ni una sola historia



IV


habrá que sacarte uno a uno esos piojos blancos

de las penas

quizá sean como palabras

se arrancan primero y después se revientan

tragarlos no sirve

no alimentan

o sí

pero de aquello que aún desnutrido

se puede volver todo lo malo de vos

y de mí



V


el padre es ahora niño

escucha

todo

como un gran ladrido

y se arrolla

solito

un perro

al borde de la incomunicación


(Fragmentos de “Envolturas”, COMOE seis poetas en Neuquén, Ediciones de La grieta, 2015)