Ajedrez educativo: una historia

Mariana Taberniso

Coordinación de Estrategias Pedagógicas - Neuquén



Axel tiene 17 años. Cursa el 4to año de un Centro Provincial de Enseñanza Media en Centenario, tiene los ojos claros.

Axel vive con su papá, a veces no se entienden del todo bien y Axel piensa que lo mejor tal vez sea dejar de estudiar la secundaria, conseguir un trabajo, vivir solo.

Axel participa del Programa de Ajedrez Educativo, y no deja de asistir ningún día al taller, y participa de todas las propuestas: Torneos abiertos, Jugadas Compartidas, Simultáneas con Maestros de Ajedrez.

Durante una partida simultánea con el Maestro Pizarro, Axel se concentra esperándolo llegar frente a su tablero. En la actividad Simultánea, un Maestro de Ajedrez juega con muchos jugadores y jugadoras al mismo tiempo. Son las 6 de la tarde y empiezan las partidas. Axel es el primero de la tanda y después de la movida del Maestro, se queda mirando el tablero, con la capucha del buzo puesta.

Tiene tiempo, hay al menos 25 jugadores más, antes de que Pizarro regrese. Axel evalúa al menos cuatro movimientos posibles como respuesta, y de cada uno de ellos sopesa las consecuencias posibles.

Después de mover su pieza, comenta que no se pierde un día de taller, que le gusta el Ajedrez tanto como las matemáticas, que en la escuela le va más o menos bien, que había pensado dejar la escuela, pero que su Profesora del taller lo ayudó a reflexionar para que no lo hiciera. En el grupo de Ajedrez tiene varios amigos y amigas, la pasan bien durante horas, en los encuentros y torneos.

Axel sonríe, vuelve Pizarro, mueve un caballo y sigue de largo. Quien cuente las piezas comidas por cada uno, verá que están parejos. Quedan dos adolescentes mujeres, una niña de 5 años, un adolescente varón y su padre, frente a sus tableros, mientras Pizarro sigue girando entre ellos. Ya son cerca de las 21 horas. También está Axel, un muchacho de 17 a quien los talleres de Ajedrez lo están ayudando a mejorar su juego, y permanecer en la escuela.